jueves, 10 de febrero de 2011

Hugo Margenat



  Hugo Margenat: Biografia

  El 10 de octubre de 1933, nació en San Juan el poeta puertorriqueño Hugo Margenat, y murió el 7 de abril de 1957 cuando apenas tenía 23 años de edad. Fue, al decir de la crítica, el heraldo de la Generación del Sesenta en Puerto Rico y el precursor inmediato de la nueva poesía comprometida; en particular, de los poetas del Grupo Guajana. Hugo, cubierto con la aureola de la poesía y el enigma de la muerte joven, fue entonces para los nuevos poetas el símbolo desacralizador de un sistema social que prohibió a sus niños y a sus adolescentes, durante la década de 1950, las palabras “patria”, “patriota” y “patriotismo”, porque éstas se identificaban con el apóstol Pedro Albizu Campos y sus discípulos nacionalistas, que predicaron a sangre y fuego el resurgimiento nacional, la insurgencia antiimperialista, la liberación nacional y la independencia de Puerto Rico, desde 1930 hasta 1954.


El período histórico que se extiende de 1930 a 1954 resume el acontecer nacionalista puertorriqueño bajo la dirección de Albizu Campos. Es un período que, a grandes rasgos, puede desglosarse de la siguiente manera: apostolado albizuista en torno al lema “La Patria es Valor y Sacrificio” (1930); el asalto, el 16 de abirl de 1932. del Capitolio (la Legislatura) para evitar la oficialización colonial de la bandera puertorriqueña, en el que muere el adolescente Manuel Rafael Suárez Díaz; la denuncia de las prácticas genocidas del Dr. Cornelius Rhoads en el Hospital Presbiteriano, quien confesara, en una carta manuscrita, haber matado ocho (8) pacientes puertorriqueños a quienes había inyectado células de cáncer; la huelga cañera de 1934, que dirige Albizu Campos luego de que los obreros rechazaran a sus líderes “socialistas”; la masacre en 1935 de varios militantes nacionalistas en Río Piedras, a manos de la policía; la ejecución revolucionaria del jefe de la policía, el norteamericano Elisha Francis Riggs, por un comando compuesto por los jóvenes Elías Beauchamp e Hiram Rosado en 1936; el asesinato sumario de Beauchamp y Rosado en un cuartel policíaco el mismo día de la ejecución de Riggs; el arresto en 1936 de Albizu y el liderato nacionalista, acusados de “conspiración para derrocar el gobierno de Estados Unidos en Puerto Rico”; el encarcelamiento de Albizu y sus compañeros de lucha desde 1936, primero en la Cárcel La Princesa, en San Juan, y, un año después, en 1937, en la penitenciaría de Atlanta, Georgia, en el sur de los Estados Unidos; la Masacre de Ponce, el 21 de marzo de 1937, cuando la policía asesinó viciosamente a diecinueve personas --nacionalistas, mujeres, niños y civiles--, e hirió a más de quinientos simpatizantes del nacionalismo; el atentado contra el juez Robert Cooper y el encarcelamiento de los conjurados; la resistencia al Servicio Militar Obligatorio del Ejército de Estados Unidos a partir de 1941; el regreso de Albizu de la cárcel y su destierro el 15 de diciembre de 1947; la huelga de los estudiantes de la Universidad de Puerto Rico en 1948 por defender la libertad de expresión y protestar la tiranía del rector Jaime Benítez; la insurrección liderada por Albizu en Octubre de 1950; el ataque armado a la Casa Blair (casa alterna del Presidente de Estados Unidos) por Griselio Torresola y Oscar Collazo el 1ro de marzo de 1953; el ataque al Congreso de Estados Unidos, liderado por una mujer, Lolita Lebrón. El ciclo se cierra con la muerte mártir de Albizu Campos, el 21 de abril de 1965, después de sufrir un ilegal y brutal encarcelamiento y de haber sido sometido a torturas con radiaciones.
Hugo Margenat pertenece a la pléyade de jóvenes que, en el segundo lustro de la década de 1950, desde la Universidad de Puerto Rico, con la sola arma de la dignidad, reclama el patriotismo albizuista prisionero en las mazmorras de los presidios coloniales y norteamericanos. Es quien recupera el sentimiento épico de nuestra poesía y la trágica agonía del nacionalismo a través de una poesía de abierto y lírico compromiso político.
 Quienes descubrimos su presencia a través de su modélico ejemplo y, sobre todo, por las diversas vías de su poética, pronto supimos de su conciencia social, de sus lazos con la historia y con su pueblo, con los héroes muertos o encarcelados a raíz de la insurrección nacionalista, y con el arte y la verdad.
En “Unos apuntes”, que sirven de antesala a su libro Mundo abierto, nos da su definición de lo que es o debiera ser un poeta. Hugo nos dice que: “El poeta es un medium, un vehículo, una antena. Es el instrumento de todas las pasiones humanas y misterios divinos que buscan expresar la esencia de la Psiquis Universal.”
Es la definición de una nueva poética puertorriqueña. Rechaza la fuga lírica, el trascendentalismo y la retórica que impuso la represión política a la poesía y al arte desde el establishment y el mundo oficial. No es una poesía de realismo vulgar la que promueve esta poética. Por el contrario, circunscribe la poesía a lo genésico y primigenio de la creación. Así nos dice: “Creemos en la espontaneidad de la poesía, porque la verdadera poesía es magia, no cerebro, espíritu, no piedra, ráfaga de viento, no muro de contención. La poesía no ha de vivir, ni en lo regimentado, rígido, ni en lo sistemático o normalizado. La Poesía es tan libre como el aire o como el pito de un barco que termina en notas infinitas. Lo particular profundo, lo particular sencillo, lo particular puro o impuro no hacen en sí Poesía. La Poesía ha de ser Hombre y Universo”. Era la respuesta, su firme respuesta al pueblo cerrado que describe en su poema El hoy.


No viviría muchos años el joven artista que así expresaba la esoteria y la dialéctica de su espíritu. Cuando se perfilaba como un prodigio de la poesía y el patriotismo, la muerte lo arrebató a su pueblo y a su tierra. Apenas contaba 23 años de edad y ya asombraba por su capacidad lírica y por su atrevimiento político. Era la sorpresiva voz del asombro, porque todavía no había transcurrido un lustro de la rebelión nacionalista y porque el país, entonces regido por la represión y las leyes de la contrainsurgencia, padecía el terrorismo kafkaesco de un estado policíaco que llegó hasta a perseguir a quienes llevaban flores a los cementerios a los héroes muertos o a quienes rezaban en las iglesias por la salvación de sus almas. Hugo es quien primero canta, sin el bozal del puritanismo lírico, sin evasivas y sin miedo político, con el dolor del sublevado, el grito libertario de la juventud que sucede a la generación de la Huelga Universitaria de 1948 y a los encarcelados o masacrados en el levantamiento nacionalista de 1950. Toma la antorcha poética que en esa década encienden los poetas tutelares puertorriqueños Juan Antonio Corretjer y Francisco Matos Paoli.
En el segundo y último libro que publica en su breve vida, Intemperie (1955), lo dice sin muchas inhibiciiones y como réplica a los vates de la fuga poética en boga, que entonces, debido a la abusiva y brutal represión y persecución políticas imperantes, flotaron en las aguas metafísicas de la alienación o en los abstractos aires de los vacuos trascendentalismos espirituales. Se puede decir que Hugo presagia la poesía que vendrá en los nuevos tiempos y hasta llega a sugerir que la historia parirá una rebelión de los poetas.


POR: KARINA HERNANDEZ

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